martes, 14 de junio de 2016

Conventos, política, dinero y poder. Por Alfredo Gutiérrez

Tras la detención de José López, ex mano de derecha de Julio De Vido, tirando millones de dolares en valijas al interior de un convento en General Rodríguez.

No es la primera vez que un convento aparece ligado a situaciones infrecuentes ligadas a la política y el poder.
En la oscura noche del sábado 29 de noviembre del año 2003, un grupo de encapuchados entró a robar al monasterio benedictino de Los Toldos. Bien vestidos, seguros de sí mismos, muy educados, los delincuentes redujeron a los 14 monjes que allí estaban y a sus huéspedes: cinco hombres y dos mujeres, entre los que estaban un juez federal, un auditor general de la Nación, algunos abogados y otras personas.
¿Qué hacían reunidos en ese monasterio un fin de semana, en medio del campo, a 27 kilómetros de la comisaría más cercana, la de General Viamonte? Un retiro espiritual, según declararon después.
Los seis ladrones habían llegado sigilosamente, en autos con las luces apagadas, después de las 10 de la noche. Irrumpieron en la sala blandiendo armas largas, y empezaron a exigir dinero. Cuando les dieron lo que tenían encima, los delincuentes exigieron más: creían –o alguien les había pasado un dato falso- que en ese encuentro de funcionarios, un juez y otros abogados, encontrarían mucha plata. Que estarían contándola. O repartiéndola.
Tres horas duró la tensa situación. Después, ante la inminencia de una tormenta bíblica que esa noche inundó los campos, y por temor a quedar empantanados en el barro, los asaltantes tomaron lo que había (también relojes, joyas y al menos una computadora) y se dieron a la fuga. Se llevaron el Renault Laguna del auditor Javier Fernández, quien denunció el robo en una comisaría para poder cobrar el seguro. La lluvia borró las huellas, por lo que no se pudo saber hacia dónde se fueron.
La subcomisaria Sandra Silva, de la seccional de General Viamonte, confirmó todo y explicó al diario Hoy de La Plata que “un hecho así no es común en la zona, y la verdad es que llama la atención. Los Toldos es un pueblo tranquilo, de unos 17 mil habitantes, donde en general sólo hay robos menores". En los campos están acostumbrados a rateros menores, riñas, y robo de ganado, pero no a operativos comando en un monasterio. A los investigadores les llamó la atención que los delincuentes “actuaron con corrección, sin gritar y sin lastimar a nadie, como si estuvieran seguros de cada paso que daban”.
La investigación judicial por el caso quedó a cargo del fiscal de Junín, Carlos Colimedaglia. El caso fue calificado como "robo calificado y privación ilegal de la libertad". Una de las hipótesis es que la banda planeó el golpe porque sospechaba que podía alzarse con un botín mayor.
Sin embargo, ni los protagonistas ni lo medios de comunicación volvieron a hablar del tema, que quedó olvidado en el fondo de algún archivo.
Este episodio del monasterio sucedió en días de agitación política y judicial: Néstor Kirchner tenía en la mira a la “mayoría automática” de la Corte Suprema heredada de Carlos Menem. Cuatro días después, el 3 de diciembre, el Senado destituyó al juez Eduardo Moliné O’Connor. Y dos meses antes había renunciado para evitar su juicio político otro juez menemista, Adolfo Vázquez, de quien el auditor Fernández, víctima del robo, había sido prosecretario letrado en la Corte. La misma función había cumplido con Rodolfo Barra.
Javier Fernández fue señalado muchas veces como operador judicial en las sombras del menemismo primero y del kirchnerismo después. Siempre lo desmintió, definiéndose como “un militante peronista” con excelentes vínculos en fueros clave del Poder Judicial. También odia que lo vinculen con la Secretaría de Inteligencia (SI), ex SIDE, como publicó el diario La Nación en un perfil del personaje.
Según ese diario, “dos fuentes consultadas, que piden no ser identificadas, aseguran que Fernández tuvo una intervención clave en el Senado para que el juez Norberto Oyarbide zafara del juicio político en 2001, el día que se desplomaron las Torres Gemelas. Explican así el inusual avance de la causa de las escuchas ilegales” contra Mauricio Macri en 2010.
Entre aquel caso del monasterio de Los Toldos y éste del Monasterio de las Monjas Orantes y Penitentes de Nuestra Señora de Fátima, en general Rodríguez –donde detuvieron a José López cargado de valijas con millones de dólares-, hay una coincidencia: Fernández admite ser “muy amigo” de Julio De Vido, de quien López era mano derecha. De hecho, el ex presidente de la Auditoría, Leandro Despouy, lo acusaba de obstaculizar todas las investigaciones que involucraban a De Vido y al Gobierno.

domingo, 10 de abril de 2016

Convocan a concentración y cacerolazo por venta de tierras públicas

Este martes 12 de abril a las 18.30, en Av Del Libertador y Udaondo, CABA. 


Es en rechazo a la intención de la Legislatura porteña de aprobar la creación de la Agencia de Bienes SE, una inmobiliaria de tierras públicas que impulsará la venta de inmuebles de la Ciudad proyecto que ha tenido el rechazo absoluto y unánime de todos los intervinientes en la Audiencia Pública. Entre las tierras cuya venta la Legislatura pretende aprobar, se encuentran los terrenos del Tiro Federal Argentino (17 hectáreas) y de El Dorrego

lunes, 14 de marzo de 2016

El dilema de Mauricio. Por Alfredo Gutiérrez


Parece una contradicción, porque el estallido es una tragedia que enluta a los argentinos cada ciertos períodos de tiempo, con saqueos, represión y muertes. Nadie bien nacido puede querer eso.
Sin embargo, cuando la crisis económica llega al estallido, el Gobierno siguiente suele contar con la resignación de la sociedad que acepta medidas duras y de shock, que en tiempo breve logran reencauzar la economía.
Nuestra historia reciente nos muestra ejemplos de esto: en 1989, Carlos Menem pudo tomar medidas antipáticas (como el plan bónex y el congelamiento de depósitos) porque fue precedido por un estallido social con inflación, saqueos y movilizaciones. La sociedad aceptó el errático camino inicial, que duró casi dos años hasta que Domingo Cavallo lanzó el plan de convertibilidad y contuvo la inflación.
Y en el año 2002, Eduardo Duhalde pudo domar el potro con medidas duras, como la pesificación asimétrica que empobreció de repente a miles de argentinos, porque antes había sucedido un estallido social con movilizaciones, represión, fuegos en las esquinas y muertos en las calles.
Para seguir recordando la Historia, hay que decir que, por el contrario, a Fernando De la Rúa no lo precedió un estallido. Los números de la economía no estaban bien, pero no se llegó al extremo de la crisis.
De la Rúa sabía que la sociedad no le perdonaría una política de shock. Por eso debió optar por el “gradualismo” e intentó mantener el 1 a 1 como si eso fuera una quimera económica. Buscó otros caminos: recorte del gasto público y aumento de impuestos (como la tablita de Machinea). Pero el ajuste se convirtió en crónico, porque nunca alcanzaba: fuimos a la reducción salarial del 13%, a la ley de déficit cero y al “megacanje”. Tampoco alcanzó. Y llegó el estallido.
El problema de Mauricio Macri es espantar ese recuerdo. Los economistas se dividen entre los gradualistas, como Alfonso Prat Gay, y los ortodoxos que dicen que ningún plan antiinflacionario fue exitoso sin medidas de shock. Pero Macri sabe que la sociedad no aceptaría semejantes decisiones, entre otras cosas porque no hubo estallido económico.
Ese fue tal vez el mayor logro de Cristina Kirchner: su gobierno no terminó en desastre social, aunque haya conseguido ese logro gracias a un crecimiento dramático del déficit fiscal, la emisión de billetes y el empleo público. Todos problemas que debía enfrentar el gobierno siguiente.
Ahora, el kirchnerismo puro, liderado por Cristina, intenta evitar que se haga ley la salida de default. Su argumentación es que no quieren la vuelta al endeudamiento internacional ni al FMI, pero no queda claro si es principismo o estrategia política. Para el Gobierno, el arreglo con los holdouts es clave para volver al crédito con tasas más bajas, y así reencauzar la economía. Si no lo consigue, la situación será más difícil. Por eso Macri acaba de decir que la opción sería “más ajuste o hiperinflación” si no se aprueba la ley. Ese camino acercaría al país a un nuevo estallido social. El sueño de los kirchneristas es que ese estallido se lleve puesto a Macri y facilite el regreso “triunfal” de Cristina, que a su vez tendrá la manos libres para un shock económico gracias a la aceptación social que suele producir el recuerdo del estallido.
Lo cierto es que Macri está en la encrucijada. No puede aplicar política de shock porque no hubo estallido, y la opción del gradualismo no está comprobada. Lejos de lo que le sucedió a De la Rúa, en su gobierno aseguran que el camino iniciado, con tarifazos, despidos, y vuelta al mundo financiero, tendrá frutos en el segundo semestre de este año, cuando lleguen inversiones y la inflación caiga al 1% mensual. Se verá.

Temporada 2016 de Basta para Mí


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